miércoles, 3 de agosto de 2016

Maduro: ¿simpatizante de Trump?

            Ni Nicolás Maduro, ni ningún chavista, se podrá dar el lujo de mostrar simpatías públicas por Donald Trump. De hecho, Maduro ya se ha encargado de insultarlo, como es característico de él, con el epíteto de pelucón (acá). Trump representa todo aquello contra lo cual el chavismo se ufana de combatir: el racismo, el machismo, los grandes consorcios capitalistas, etc.
            Pero, en el fondo, Maduro es simpatizante oculto de Trump. Varios analistas han destacado las similitudes de estilo político entre Chávez y Trump. Ambos representan el caudillo carismático, el hombre fuerte que sabe manejarse ante los medios, que no le importa decir cosas escandalosas ante las cámaras, y que precisamente por eso, consigue un arraigo en las masas. El populismo puede desarrollarse tanto en la izquierda como en la derecha, y por eso, el chavismo siente cierta afinidad con el Donald.

            Cometeríamos un error, no obstante, si llegásemos a creer que esta afinidad se limita al estilo. En las propias posiciones políticas, Trump es bastante cercano al chavismo, lo suficiente como para sospechar que Maduro en realidad desea que, en las próximas elecciones presidenciales de EE.UU., el vencedor sea Trump.
            Maduro, lo mismo que Chávez, enaltece el valor de la soberanía nacional por encima de los procesos de globalización. Eso implica una férrea protección de fronteras. Es precisamente eso lo que promueve Trump. Venezuela, como EE.UU., ha enfrentado crisis migratorias. Nuestro país ha recibido olas de inmigración colombiana, y en 2015, Maduro ordenó deportaciones masivas (que, de hecho, ya venían ocurriendo desde hacía mucho, y siguen ocurriendo hasta el día de hoy). Maduro sabe que debe tener muchísimo cuidado en no criticar el nacionalismo y la dura postura anti-inmigrante de Trump, pues él hace exactamente lo mismo en Venezuela.
            Más aún, para Maduro, la xenofobia de Trump y su agresividad en contra de la inmigración, no representa mayor inconveniente. El gobierno venezolano enfrenta una crisis de fuga de talentos, y desesperadamente trata de convencer a su juventud para que se quede a construir la nación. Venezuela no está en la posición de países como México, Guatemala o El Salvador, quienes envían al norte a los ciudadanos menos capacitados. De Venezuela emigra  a EE.UU. la gente más talentosa. Un presidente norteamericano que llegue al poder impidiendo el acceso a inmigrantes latinoamericanos podrá resultar odioso al presidente de México, pero no al presidente de Venezuela.
            En el plano económico, el chavismo y Trump también tienen extraños puntos de coincidencia. Desde el 2003, Chávez impidió la repatriación de capitales por parte de los inversionistas extranjeros, imponiendo un control de cambio de moneda. Trump no propone exactamente lo mismo, pero sí ha amenazado a México con impedir el envío de remesas producidas en EE.UU. (de hecho, él estima que, con ese dinero no repatriado a México, se podrá construir el muro que él propone). Chávez fue un paladín de la lucha contra el mercado, y siempre buscó sabotear los tratados de libre comercio que EE.UU. conformara con países vecinos. Trump propone lo mismo para su país: proteccionismo comercial a ultranza, y el abandono de tratados de libre comercio, especialmente el NAFTA con México, y otros posibles acuerdos con América Latina.
            Trump, como buen nacionalista y xenófobo, ha advertido que, al llegar a la presidencia, aislará militar y políticamente a EE.UU. A su juicio, EE.UU. es una nación lo suficientemente poderosa, como para no necesitar de la cooperación con otras naciones. Así pues, bajo el proyecto de Trump, el intervencionismo militar de EE.UU., así como las alianzas geoestratégicas (en especial la OTAN), se verán considerablemente reducidos. Este asilacionismo norteamericano es precisamente lo que Chávez y sus secuaces siempre pidieron.
            Trump podrá despreciar a los latinoamericanos, pero así como él no quiere inmigrantes hispanos en EE.UU., tampoco quiere que su gobierno se meta en asuntos latinoamericanos. Él quiere cortar todo lazo con América Latina, y eso implica dejar de intervenir en nuestros países. Hillary Clinton, por su parte, estuvo fuertemente implicada en el golpe de Estado en Honduras, contra Manuel Zelaya, uno de los niños mimados de Chávez. ¿Preferiría Maduro a Clinton por encima de Trump? Lo dudo.
            Por último, la mediación de Rusia es muy importante. En su obsesión anti-americana, Chávez buscó aliarse con cuanto bicho viviente expresara su menosprecio a EE.UU., sin importar cuán brutal pudieran ser esos déspotas. Cuando Vladimir Putin ascendió al poder, no hizo nada por hacer que el comunismo regresara a Rusia: ese país sigue estando gobernado por oligarquías capitalistas. Pero, en asuntos geopolíticos, Putin sí ha pretendido recuperar parte del poder soviético, y eso inevitablemente lo ha conducido a un enfrentamiento con EE.UU. Como era de esperarse, el corazón de Chávez quedó flechado con el nuevo zar ruso: vio en él un importante aliado contra los gringos, sin importar que Putin ni por asomo defiende ideas socialistas o comunistas.
            Desde que Trump se lanzó a la política, también ha tenido un idilio con Putin. Ambos se admiran mutuamente en su estilo populista, nacionalista y caudillista. Trump no quiere cumplir compromisos con la OTAN, y a Putin eso le parece genial, pues se le abre el camino para la anexión de los países bálticos (los cuales han estado en la mira desde hace ya bastante tiempo), y otros países exsoviéticos. Putin se ha asegurado de ayudar a Trump, hackeando los emails del Partido Demócrata, en los que se evidencia su corrupción interna.
            En su oposición a EE.UU., Chávez estuvo muy dispuesto a ser lacayo de Rusia. Si Maduro pretende seguir el legado de Chávez, y está dispuesto a seguir siendo lacayo de Putin, comprenderá que un triunfo de Trump le conviene más. No puede, por supuesto, hacer sus simpatías por Trump tan públicas como las hace Putin. Pero, creo que, en secreto, está ligando que la bella Melania sea la próxima primera dama de EE.UU.

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